1. Tipos de evaluación según su propósito

En el módulo anterior definimos el alcance de la evaluación, delimitando qué se va a evaluar, para qué, para quién y en qué momento. Ese proceso permitió identificar el propósito de la evaluación, comprender a fondo la intervención, analizar la evidencia existente y establecer las principales preguntas a responder.

A partir de esa base, ahora nos centraremos en cómo diseñar la evaluación de forma coherente con esas decisiones previas. Esto implica seleccionar el tipo de evaluación más adecuado, el diseño metodológico que lo sustenta y las técnicas que permitirán generar evidencia válida y útil.

Como hemos visto, diseñar una evaluación es, en esencia, traducir las preguntas clave en decisiones técnicas viables, considerando los recursos disponibles, los actores involucrados y las características del programa. Un primer paso clave en el diseño de una evaluación es definir el tipo de evaluación más adecuado, en función de la pregunta principal que se desea responder.

En general, existen cuatro tipos principales, como hemos revisado en los módulos anteriores:

• Evaluación piloto: ¿Es factible implementar esta intervención tal como fue diseñada? ¿Tiene el potencial de generar los efectos deseados?
• Evaluación de procesos o implementación: ¿Qué tan bien está funcionando la intervención? ¿Cómo se está ejecutando en la práctica? ¿Qué se puede aprender de su implementación?
• Evaluación de impacto: ¿Está generando cambios la intervención? ¿Qué diferencias puede atribuirse directamente a su aplicación?
• Evaluación económica: ¿Los beneficios obtenidos justifican los costos? ¿Es esta intervención un uso eficiente de los recursos?

Desde SUMMA, promovemos una mirada integrada que combine distintos tipos de evaluación, ya que cada uno aporta información valiosa y complementaria. Mientras que una evaluación de impacto puede revelar si hubo resultados según lo esperado, no siempre explica cómo o por qué esos resultados ocurrieron (o no). Para responder a eso, la evaluación de procesos es clave.

Asimismo, incluir preguntas económicas es esencial para valorar si la intervención es sostenible y eficiente, especialmente en contextos de alta demanda y recursos limitados como los sistemas educativos de América Latina y el Caribe.

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